viernes, 25 de mayo de 2012

Huevos griegos

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Siguen los europeos con su tubo de ensayo griego. Y siguen los griegos resistiendo sus ácidos corrosivos de la única forma que pueden; con imaginación.
Yo no he observado nada nuevo desde mi llegada, excepto un extraño incremento en el número de gallinas. Corretean por todas partes, entre los automóviles, al lado de los barcos del varadero, entre las piernas de los turistas. Cacarean y lo ensucian todo, con ese andar tan curioso que tienen, ese cuello-pico palante y patrás, izquierda, derecha, con esos ojos pequeños, como alfileres y esas crestas descoloridas; de medio lado. Co-co, co-co. Asustadizas y veloces; imposibles de alcanzar. Gallos, pocos.

¿Co-co, co-co?

La respuesta la encotré poco despues de llegar; una señora me asaltó en la calle vendiéndome huevos; frescos, grandes, con mugre de corral, entre pajas; venidos del monasterio de San Sabequién para exaltar el paladar de esos turistas de plástico que no saben lo que es un huevo bien puesto. A 50 céntimos cada uno; bueno 40 si te resistes. Y si ya tienes muchos; huevos; pues llévate queso fresco.

Cuando llegué al pueblo y saludé a mi amiga Vula, me hizo un regalo:10 huevos. Y antes de que acabara de desayunar ya había venido la vecina que llevaba huevos en una cesta. Lo siento, no puedo comer tantos; y tan rojas que son sus yemas... igual me da un shock.
Creo que todo griego que se precie se ha comprado unos polluelos y los ha criado con mimo para asegurarse una salida del euro “ordenada”; con un par. Huevos no han de faltar. Pero han calculado mal y las gallinas ponen y ponen, y no dan abasto a comérselos todos; los turistas no aparecen para comprarlos y se amontonan en las neveras.
 ¿Donde están esos gallos chulapos que se beneficien a estas perdidas, para que se cluequen y dejen de poner?

Aunque mi gran duda es: si hay sobre producción de huevos debería haber bajada de precios ¿No?
Pues no; el precio se mantiene inamovible en 40 céntimos la unidad ¿Que hacemos Malthus?

Mientras resuelvo mis dudas fotografío huevos. Muy evocadores.

Esta la he titulado 12 en el patíbulo.




Y esta otra: huevos griegos ante el abismo.

 


Y por último; ciencia ficción: La abdución de los huevos.



Yo, mientras tanto; apesar de alguna crísis y de algun@ gáfe aguafiestas, aquí sigo; poniendo huevos.
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lunes, 14 de mayo de 2012

El café

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“Si Bruselas pensaba que los griegos íbamos a tragar con todo, se ha equivocado “decía Petros  Márkaris. Y como un eco de sus palabras, la bomba ha estallado.

Llegamos  a Grecia el domingo, día de las elecciones generales y  nos encontramos con el nuevo cataclismo heleno. El bipartidismo PASOK – Nueva Democracia que desde 1974 ha controlado la vida política griega se ha hundido. Muchísimos “personajes ilustres” del PASOK (Movimiento Socialista Panhelénico) han sido borrados del mapa parlamentario. Los dos únicos ganadores de la jornada electoral han sido el Partido de la Izquierda Radical (SYRIZA) que logró cuadruplicar sus sufragios en relación a 2009 superando al PASOK y  los neonazis de Amanecer Dorado que han arrasado ,sobre todo en el centro de Atenas y también en dos ciudades – Kalávrita y Dístomo – que durante la Segunda Guerra Mundial sufrieron las masacres de las fuerzas de ocupación alemanas. Nunca entenderé a la raza humana.

Habían ocurrido cosas extrañas. Cosas como que en Lefkada durante todo el recuento de votos iba ganando el KKE (Partido Comunista) y en el último momento y por una extraña alquimia electoral,  le superó Nea Democratía (Democracia Cristiana). Y cosas, desgracias, como que en Evgiros, mi pueblo, habían aparecido 9 votos de Amanecer Dorado; todo el mundo se pregunta quienes son esos 9 descerebrados.


Cuando dos amigas me invitaron a tomar un café, me pareció que me venía al pelo para que aclararan todas mis dudas. Por otro lado, no es muy recomendable rechazar un  “cafedaki”  en esta tierra; rito que hay que cumplir cada vez que vuelves al pueblo, así que me encaminé por la cuesta a casa de Ioana, a charlar con ella y con Spasia.
La casa tiene una de las mejores vistas sobre Itaca , con miles de macetas a su puerta, miles de flores y miles de insectos ensimismados. Y en  la casa blanca, ellas dos tan de negro, rodeadas de avispas y mariposas; sentadas entre fotografías descoloridas de hombres con pololos y largos bigotes, entre iconos de santos y vírgenes, en silencio, tejiendo con su ganchillo una puntilla interminable. Sus labores relucientes desparramadas por sus faldas oscuras. Junto a madejas de hilos, un jilguero en su jaula cantaba sin descanso.




-¡Que barbaridad las elecciones! ¿No?

Ninguna contestó, seguían afanadas a su ganchillo. Solo el jilguero pegaba unos gritos ensordecedores.

-Que decía, que que les parece las elecciones.

-Εμείς, τι να κάνουμε(Que le vamos a hacer)

Siguieron a su labor y el pájaro a unos trinos que empezaban a trepanar  el cerebro. ¿No era una película de Lubitsch? Sí, esa en la que el escritor acaba estrangulando al ruiseñor que cantaba en su ventana. Me parece que era  en “Lo que piensan las mujeres”.

Lo intenté por tercera vez. Pero antes de que pudiera hacer la pregunta Spasia me miró con una cara horrorizada y los ojos como platos. ¿La habría ofendido? ¡Si es que soy una metepatas!

-Ahhhh. Ο γιατρός  (el Doctor)
 
-¿Quién? ¿Quien es el doctor? ¿Tsipras, el de SYRIZA?

-Μόνο Θέλει τα λεπτά. (Solo quiere el dinero)

-Claro, la verdad es que muchos solo quieren el dinero. Son unos sinvergüenzas.

-Και κάνεις δεν το ξέρει (Y nadie  lo sabe)

-Bueno la gente no es tonta. Ya esta harta de todo.

Y otra vez el silencio. Y otra vez los cánticos enloquecedores. Y el hilo. Y la rápida aguja. Y los iconos y las fotografías de ojos penetrantes.

Me empecé a escamar. Las observé fijamente y me di cuenta que de vez en cuando lanzaban miradas a una televisión en una esquina. El aparato estaba encendido pero con el volumen al mínimo y ellas, sin oír, sin ver, sin prestar atención, solo tejiendo, seguían una telenovela. Acaso la inventaban.

El jilguero lanzó un último bramido y yo decidí terminar mi café en ese mismo instante. Pero al despedirme Spasia protestó; había que ir a su casa a tomar café otro día. Quizás entonces pudiera interrogarlas sobre las elecciones. Si no tiene tele. Ni tampoco pájaros.

Alivia ver que el mundo sigue girando por cosas simples, necesarias para que el sol salga y se ponga cada día. Como el molinillo del café de estas tardes en su casa, o como el ganchillo que  teje los encajes infinitos de estas Penélopes sin pretendientes. Ellas ya han dado unas cuantas vueltas con el.








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